420: Alfombra roja rumbo a la presidencia.

Desfilar por una presidencia es la definición mexicanpower de «contienda electoral».

¡Luces, cámara, acción! ¿Es contienda por la presidencia, democracia en decadencia o la inauguración de un distópico reality show?

4:20 ―sonrío al mirar la hora precisa en la pantalla táctil del celular―, agradezco que, por fin, el tren haya arribado al andén en Bellas Artes: hora y media de trayecto para llegar al trabajo es suficiente para sofocarle las ideas a cualquiera.

Subo las escaleras, apenas reconozco el barullo de la ciudad; los pensamientos se ocupan de reiterarme lo lejana que está mi sombra de parecer musa esculpida, inerte en un jardín occidental: No soy silueta de afrodita, ni mi piel cumple con las tonalidades requeridas por la estética de lo «exótico». Pero me entiendo viva cada que el sudor recorre las grietas de mi espalda.

Ciudad de México, 22 de abril, 4:24. Salgo del metro ―el sol fulmina todo rincón que pudiera servir como refugio contra sus rayos―, el camino se bifurca ante mi mirada: «¿sigo hacia la multitud cabreada, entre pancartas, consignas y grupos de acarreados esperando la aparición de su candidato o continúo el plan con normalidad?».

A veces la normalidad también seduce a la conveniencia por traducirse en comodidad ―no me apetece llamarle mediocridad al pavor que le tenemos al cambio. No soy tan autocrítica―. Camino hacia la izquierda, en la acreditación especificaron: «El acceso al debate presidencial será peatonal por la calle Donceles esquina Eje Central Lázaro Cárdenas…».

Mi predisposición ya intuía que el ingreso también sería burocrático, toda la zona estaba rodeada con vallas, policías y granaderos, lo típico de una democracia algo caduca:

Primero. Pasar lista con un monigote acorbatado, vestido de negro: «¿apellidos?, empezando por el paterno, por (tradición) favor».

Segundo. Mostrar mi acreditación y asegurar al guardián de la valla que ya me había registrado con el guardián de la lista.

Tercero. Otro filtro. Tres monigotes también con corbata y vestidos de negro me aseveran que la de la foto no soy yo; claro, con un tono de coquetería absurda [Hagamos un ejercicio de imaginación. Inserte aquí un emoji de fastidio].

No quiero explicarles que en la mañana sí me dio tiempo de poner un poco de maquillaje y labial rojo en mi rostro, mientras que el día de la fotografía ya daban las 6:00 pm en la oficina, estaba cruda, desvelada y al natural. Así que saco otra credencial en la que luzco más acartonada e infantil y les comento que no soy la persona más fotogénica. Me creen. Sonríen. Sonrío. Imagino que un yunque marca ACME cae sobre su pensamiento retrógrada que insiste con coquetear con cualquier mujer que divague «sola» por el mundo.

Aclaración número uno: ¡No estoy sola! ¡No estamos solas! La sororidad es una utopía en proceso de desmitificación. El paso es lento, el paso es seguro.

Aclaración número dos: Yunque marca ACME porque años de lucha apenas nos han dado espacios solo para mujeres en el transporte público. No hay estrategias de prevención y la violencia luce perpetua.

Cuarto. Un monigote más se encarga de revisar mis pertenencias. Nos comunicamos telepáticamente. Entendemos la necesidad de prevenir que alguna persona muy enfadada lastime a cualquier asistente al primer debate presidencial. Todo acto terrorista es refracción de un gobierno sin legitimidad.

Cuatro filtros después, observo un templete repleto de cámaras, fotógrafos, tripiés y reporteros. El horizonte también es una línea de vallas, constante reiteración de que hay espacios a los que NO DEBES PASAR.

Constante reiteración de que hay espacios a los que NO DEBES PASAR.
Constante reiteración de que hay espacios a los que NO DEBES PASAR.

Con mis cuatro años de estudio en Lengua y Literatura Hispánicas y mi fascinación por la corrección de estilo, percibo silbidos de un gremio que desconozco, pero con el que me identifico cuando escucho el murmullo: «¿Cuál democracia?, si esto está lleno de policías corruptos».

«No todos son iguales», dicen las buenas conciencias cada que intentan justificar una falta de civismo, de ética o moral. «No todos son corruptos», «no todos son machitos», «no todos violan», «no todos asesinan»… Ruego porque desaparezca esa generalización que a mí misma, novata en el arte de escribir, a veces me visita disfrazada de argumentación.

Vuelvo a la observación. Sé que este año el debate estrena formato, por eso pregunto a un nuevo colega si cada sexenio la prensa se queda afuera, sobre el templete, atrás de las vallas. Él asiente, insiste con que en Palacio de Minería hay suficiente espacio para una feria del libro, pero no para una cobertura de un debate presidencial con cinco candidatos y un grupo reducido y muy selecto de invitados (250).

A pesar de la justificación espacial, lo que yo veo es una puerta a la que, en realidad, no tenemos acceso, porque el debate deviene fragmento de reality show, dispuesto a adormecer a toda una audiencia con la misma cantaleta retórica en uso desde que el prinosaurio y sus compadres tienen memoria.

El debate deviene fragmento de reality show.
El debate deviene fragmento de reality show.

No hay tiempo para la fumarola de tabaco. En cualquier momento dará inicio el espectáculo: la Primera Alfombra Roja Presidencial 2018.

Empujones… silbidos… obturadores en expectación… ¡ATENTOS! Comienza la pasarela: Por la calle de Tacuba desfilan, en sepia y foto antigua, personalidades de la política y el sector académico de la vida mexicana: Tatiana Clouthier, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel Miranda, Luis Felipe Bravo Mena, Marko Cortés, Emilio Álvarez Icaza, Alejandra Barrales, Jesús Zambrano, Dante Delgado, Patricia Mercado, Enrique Ochoa Reza, Emilio Gamboa, Enrique Graue, Enrique Krauze, Diego Fernández de Cevallos… No hay mucha diferencia con el pretérito oxidado que aguarda oculto en libros, archivos y pasillos de biblioteca que anuncian a los despistados «Historia de México». No hay turno para el silencio. Todo transcurre en una aceleración epidérmica que transforma las vallas en trinchera, por un lado la materialización de imágenes que siempre percibí con olor a imprenta; por otro, la batalla por conseguir el mejor ángulo, la mejor sonrisa, la mejor mentira vespertina.

La batalla por conseguir el mejor ángulo, la mejor sonrisa, la mejor mentira vespertina.
La batalla por conseguir el mejor ángulo, la mejor sonrisa, la mejor mentira vespertina.

En un instante, Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, acapara la atención de la prensa. Erguido sobre un templete, que también se entiende división jerárquica, reitera con micrófono en mano que ese espacio, el del debate presidencial, está pensado para los ciudadanos y no para los candidatos… No hay aplausos. Choque mental. Un tumulto de neuronas inicia una campal de descontento en mi interior. Advierto: Los ciudadanos están afuera, sin acceso, manifestándose o expandiendo las carnes en un sillón. Su única conexión con este escenario es virtual, a través del streaming, las redes sociales y el televisor.

¿Qué tan desdibujados estamos nosotros para la estirpe política?

El fondo es mancha multicolor que al unísono retumba: «¡ASESINOS!».
El fondo es mancha multicolor que al unísono retumba: «¡ASESINOS!».

18:20 horas. Hay que frenar el monchis. Los candidatos están por llegar. La primera en arribar es la independiente Margarita Zavala, quien camina sola frente a las cámaras. El fondo es mancha multicolor que al unísono retumba: «¡ASESINOS!».

18:45. Aparece el candidato de la coalición Todos por México, José Antonio Meade; le sigue en el desfile Ricardo Anaya, el rizón de la coalición Por México al Frente. Con un horario impecable, 19:00 horas, el Bronco se abre paso entre los minutos que ya anuncian la llegada del número uno en las encuestas: AMLO, el por tercera vez candidato a la presidencia que hizo gala de su advenimiento con una muestra de cariño del buen Tláloc.

Retomando el susurro de la tradición, las buenas costumbres y la política binaria, estos candidatOs presidenciales ―así, con énfasis en lo masculino― no circularon solos por la alfombra roja, marcharon tomando de la mano a sus adoradas esposas, gestando en la trinchera postales de familias al puro estilo del «como dios manda»: hombre mujer, mujer hombre, hombre mujer.

Margarita Zavala sola, mis introspecciones y yo intentamos descubrir si fue una estrategia para separar su ya dañada imagen del todavía peor recuerdo que nos abruma de su esposo, el expresidente Felipe Calderón, o es que la sociedad mexicana aún no está preparada para ver a un caballero caminar detrás de su ex primera dama. Cuando le preguntan por su esposo en el debate, discernimos que pueden ser ambas cosas. El fenómeno y la táctica no son contradicción para el hecho social.

México, siglo XXI. Eros y tánatos: en la nota roja son más visibles y normales las fotos de mujeres degolladas, cercenadas, violadas, en bikini, en topless, minifalda y con lascivia en la mirada.

En la nota roja son más visibles y normales las fotos de mujeres degolladas.
En la nota roja son más visibles y normales las fotos de mujeres degolladas.

Rayos y centellas. La tormenta eléctrica es imparable. Se va la señal. Las pantallas ―portales de acceso a la prensa para conocer lo dicho en el debate― quedan en blanco y negro. La obscuridad se viste incertidumbre en las pupilas de los reporteros.

De antemano sabíamos que el espectáculo actuaría tragicomedia. Denise Maerker, Azucena Uresti, Sergio Sarmiento son los moderadores de la noche. Tema general: Política y gobierno.

De antemano sabíamos que el espectáculo actuaría tragicomedia.
De antemano sabíamos que el espectáculo actuaría tragicomedia.

«Yo no soy Santa Claus, ni quiero ser Superman», Bronco

No alcancé silla, eran insuficientes. Sentada en flor de loto, escucho. Primer bloque: «Seguridad pública y violencia».

«¿Qué medidas tomará usted como Presidente de la República para combatir la violencia y qué le hace pensar que tendrá éxito donde todos los demás han fracasado?».

Mente en blanco. Nada que no hayamos escuchado antes. Búsqueda de la empatía al recordarnos al hijo crucificado, errores del desempleo, de la economía del bienestar, mayor certeza jurídica a ejército y marina, educación, cultura, deporte, educación, cultura, deporte, educación…

Primera verdad: «No criminalice a la pobreza», Margarita Zavala.

Paralelo a su participación, cinco poetas del barrio analfabetas comparten celda con un licenciado en derecho, fraudulento, que tras las rejas, al igual que sus compañeros, no sabe nada de reinserción. Hoy no hubo patio, no pudieron pagarle al custodio.

Segunda verdad: «La gente no abraza a un policía», Bronco.

En su hogar, la familia de Marco Antonio reitera la afirmación. No sabremos nada de la recuperación del muchacho, mucho menos nos enteraremos de los casos de mujeres asesinadas por sus parejas-hombres policía.

Tercera verdad: Para Meade, la despenalización de las drogas no es la solución.

Sin corte comercial, tres jóvenes encienden un porro en algún rincón humedecido de la ciudad, alardean de los textos psicodélicos que escriben; en tanto, las familias de otros tres jóvenes en Jalisco buscan desesperadas los cuerpos de sus hijos que ya fueron disueltos en ácido. Al mismo tiempo, un pulgar XY enciende la televisión en un viejo cuarto de hotel; más tarde, terminará con la vida de una menor de edad, con 10 puñaladas directo en la impunidad. Al amanecer, cartones sobre el debate serán pegados sobre una Alerta Amber sin resolver.

Karma: un mes después, jugadores de futbol del álbum Panini cubrirán las risas estridentes de la sátira política.

Primer bloque: «Seguridad pública y violencia».
Primer bloque: «Seguridad pública y violencia».

«El PRI no tiene el monopolio de la corrupción», Maerker.

Un conejo blanco se escabulle exasperado tras revisar su reloj. Todo siempre ha sido cíclico… ¿y la Reina de los Corazones? Segundo bloque: «Combate a la corrupción».

«¿Qué proponen para combatir la corrupción y que tenga un efecto concreto a corto plazo?».

Mis piernas comienzan a adormecerse. Nada razonable aún. Reiteraciones tradicionales a la honestidad, a la cultura de la legalidad, a castigos necesarios para sancionar a los culpables. ¿Alguno escuchó «propuestas» y «corto plazo»?

Anaya insinuando nuevas reformas ahora con el artículo 108 constitucional y una muerte civil que nos dejará una crisis de servidores públicos en todo el país. ¿Conocen la diferencia entre erradicar y escarmentar?

Estruendo de risas en la noche. Bronco: «Tenemos que mocharle la mano al que robe en el servicio público». Azucena Uresti no sabe si la respuesta es literal. Bronco afirma: efectivamente, la respuesta es literal.

Eureka: una profesora desesperada acaba de encontrar la respuesta al conflicto. Ya sabe cómo evitar que se sigan robando el dinero en el salón de clases justo antes del receso.

Tercer bloque: «Democracia, pluralismo y grupos en situación de vulnerabilidad».
Tercer bloque: «Democracia, pluralismo y grupos en situación de vulnerabilidad».

«Margarita, si su hijo fuera homosexual le impediría contraer matrimonio con una persona del mismo sexo?», Azucena Uresti

Don Durito de la Lacandona enciende su tabaco en la sierra chiapaneca, mientras cuenta a las semillas la metáfora del carbón. Tercer bloque: «Democracia, pluralismo y grupos en situación de vulnerabilidad».

Primera verdad: La única precandidata indígena no está en la contienda electoral. A diferencia de otros independientes, María de Jesús Hernández Patricio contó con más del 90 por ciento de firmas legítimas. Pero no fueron suficientes. La razón: Los grupos vulnerables solo convergen en la realidad como temas de debate, como objetos de estudio para la antropología y como destinatarios de los programas sociales asistencialistas.

Ya no siento las piernas. Las cámaras retratan los últimos momentos de este carnaval. Inicia la retirada.

Se apagan las luces…

Corres al metro. Te cuidas. No quieres sentarte a lado de algún «malandro» que pueda robarte la cámara; no es tuya, no quieres pagarla. La próxima quincena ya está destinada: renta, comida, pasajes, libros, el plan de 2 GB ofrecido por la compañía telefónica, el netflix que no puede faltar ―ya le prometiste que este fin verán Natural Born Killers hasta el amanecer―. Te sientas, buscas la página leída por última vez: «Las mujeres han servido a lo largo de estos siglos como espejos cuyo mágico y delicioso poder es duplicar el tamaño natural de la figura del hombre», Carlos Monsiváis cita a Virginia Woolf en Escenas de pudor y liviandad.

Tláhuac, 23 de abril, 12:30 am. Enciendes la luz. El espejo frente a ti refracta un futuro en tu iris color miel: Seis «¡2 de octubre no se olvida!» después una novata asiste por primera vez a un debate presidencial. Sabes que no eres tú, no son tus canas, no es tu silueta, no es el labial rojo que decidiste usar aquella ocasión, pero el trayecto, los candidatos, la desesperación y la cita de Virginia Woolf sí que siguen siendo los mismos.

Mimí Kitamura

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