Esta batalla, no lo dude nadie, es por nuestra libertad
Esta batalla, no lo dude nadie, es por nuestra libertad

Tan chacales somos…

En el esperado regreso de Carmen Aristegui a la radio comercial, es necesario cuestionar si la incomodidad presenciada por anteriores gobiernos causará ámpula al ejecutivo entrante.

Oficialismo. m. Conjunto de tendencias o fuerzas políticas que apoyan al gobierno.

El gobierno peñanietista ha sido uno de los más criticados por los constantes golpes que ha asestado en contra de la ciudadanía. La punta de lanza fue el primero de diciembre de 2012, cuando el Palacio Legislativo de San Lázaro fue convertido en una fortaleza a la que solo la clase política en turno tenía acceso.

Era ya la segunda derrota de Andrés Manuel López Obrador en elecciones presidenciales y tercera en su historial de competición por un cargo público. Se vislumbraba ya un sexenio cruento y de represión. Hasta la fecha, aún hay presos políticos de aquel combate entre granaderos y manifestantes ante la victoria electoral del actual presidente. El primer error de la llamada ―en aquel entonces oposición―, fue dar el espaldarazo al nuevo jefe del ejecutivo con el llamado «Pacto por México», el cual congregó la aprobación de las diversas fuerzas políticas para impulsar, entre otras cosas, las reformas estructurales que hoy en día padecemos.

El fatídico 2014 llegó y con ello el desgaste de la Presidencia. Primero Tlatlaya y luego Ayotzinapa. Tras esto, un reportaje en una revista «del corazón», hizo pública la existencia de una casa propiedad de la pareja presidencial. Así, la revista ¡Hola!, expuso a la Primera Dama bajo el manto de «Nos recibe en su residencia familiar, un excepcional e histórico reportaje exclusivo».

Tras esto, la casa de Angélica Rivera fue eje de una investigación periodística exhaustiva realizada por Carmen Aristegui, Sebastián Barragán, Daniel Lizárraga y Rafael Cabrera, en la que se ofrecen los pormenores de la que ahora conocemos como «La Casa Blanca».

Aristegui, que ya había tenido un primer strike en el sexenio calderonista al recoger la opinión del entonces diputado Gerardo Fernández Noroña, al asegurar que el presidente tenía un problema de alcoholismo, por lo que fue señalada por MVS por «propagar como noticia un rumor» fue, desde entonces, asediada por su línea editorial.

El meollo de este nuevo asunto radicó en lo que este lujoso complejo representa: corrupción, compadrazgos, beneficios, falta de transparencia y mentira. No obstante, desde 2014 la investigación descrita propició presiones por parte de la Secretaría de Gobernación a la empresa de medios para cesar a la periodista y a todo su equipo. Ante las presiones que podrían limitar en un futuro la lucha por concesiones del espectro radioeléctrico y satelital, MVS y su dueño Joaquín Vargas, finalmente cedieron.

Hace apenas unos meses se dio a conocer que el Séptimo Tribunal Colegiado con sede en la Ciudad de México, falló a favor de Carmen Aristegui en el cual se determinó que la finalización de su contrato en 2015 con esta empresa, fue ilegal y violó la ley.

Resulta interesante que rumbo al final del sexenio peñanietista, se estén cerrando, ― tras bambalinas― casos de gran displicencia para los mexicanos y de incomodidad para el gobierno federal. Mientras AMLO pone sobre la mesa la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, la pacificación del país y su proyecto energético, la administración saliente ha dictado sentencia casi absolutoria a Duarte, al condenarlo a solo nueve años de cárcel; de Borge, se sabe poco; a César Duarte no lo encuentran; el Caso Odebrecht está pendiente, etcétera.

Este borrón y cuenta nueva trae consigo el regreso de Carmen Aristegui a la radio comercial, espacio que si bien no es el mismo que hace seis años, tampoco ha sentado un precedente de cambio en términos «editoriales», lo que da pie a la duda en torno a la tolerancia que el gobierno entrante tendrá ante su crítica.

Aristegui es igual de escrutable que cualquier otro periodista, pero su equipo nos ha dado argumentos para creer en ellos. Pocos son aquellos que en estos tiempos, se atreven a hacer periodismo de investigación y eso, siempre se agradece. Estamos pues ante la oportunidad de que, como audiencia, estemos a la altura de los contenidos que este tipo de periodismo nos da.

A siete años sin Miguel Ángel Granados Chapa, ―a quien Aristegui siempre consideró su mentor― y entre dudas sobre el motivo de su regreso a la radio, nos queda confiar en su palabra y en lo leído por ella misma al aire, tras el despido de Irving Huerta y Daniel Lizárraga de MVS, «Esta batalla, no lo dude nadie, es por nuestra libertad».

Por César J.G.

HOY NOVEDADES/LIBRE OPINIÓN