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Hace unos días fue el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER) y ahora fue el turno de Carlos Alberto Treviño, director general de Petróleos Mexicanos (Pemex); Jaime Hernández Martínez, director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE); Pedro Joaquín Coldwell, mandamás de la Secretaría de Energía (Sener), para comparecer ante el Senado como parte de la rendición del último informe de Enrique Peña Nieto como presidente de México. Tal y como era de esperarse, la Reforma energética aprobada en el sexenio saliente fue lo que se llevó la mayoría de las palabras emanadas en el recinto legislativo.

Se trata de la reforma que abrió espacio para la inversión privada en el sector energético tras 75 años de cerrazón, apertura que impactó, sobre todo, a la industria del petróleo mexicano. Industria que genera aproximadamente el 35 por ciento de los recursos de los que dispone el gobierno de nuestro país.

El secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, se presentó ante los legisladores y enalteció los beneficios de este logro de la administración de Peña Nieto: palabras como innovación, dinámica e incluyente se hicieron presentes, al igual que el diputado petista Gerardo Fernández Noroña, quien llamó “vende patrias” al titular de la Sener pues, aseguró, gracias a la Reforma energética, su familia se hizo del dominio del mercado de combustibles y creó un monopolio en Cozumel.

“Engañan con la verdad cuando dicen que no fue un fracaso de la reforma. No fue un fracaso, funciona perfectamente en favor de las transnacionales y en favor de los amigos del gobierno en turno”, aseveró Fernández Noroña. Veremos si la administración de López Obrador se suma al barco de los beneficios o busca ampliar horizontes e incluye los intereses del “pueblo mexicano”; el tabasqueño manifestó abiertamente en contra de esta reforma, sin embargo, los vaivenes que ha dado ya como presidente electo dejan la moneda en el aire.

En este sentido, Coldwell se tomó la pequeña libertad de recomendarle al fundador de Morena que, ya que asuma el poder, no se le ocurra eliminar el Impuesto Especial Sobre Producción (IEPS) en el costo de la gasolina y el diesel, ya que esto propiciaría un “boquete en las finanzas públicas”; de esta forma, acotó, los programas sociales que López Obrador tanto ha pregonado serían los que sufrirían las consecuencias.

Aun y con las cifras proporcionadas por Codwell, como la disminución del 4 por ciento de las emisiones contaminantes,  la estabilidad de Pemex por dos décadas y los más de 900 mil trabajos generados, la vanagloriada Reforma energética representa una papa caliente que, al parecer, tiene López Obrador desde que fue nombrado oficialmente como presidente electo, porque el titular de la Sener fue al Senado a deshacerse de ella de forma definitiva.

 

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