La plaza del ajolote
La ridícula oposición

La plaza del ajolote

El olvido selectivo de la memoria.

Apenas unos minutos fueron suficientes para que la nueva oposición se pronunciara en contra del gobierno, exigieron desde las tribunas de San Lázaro (en plena toma de posesión de Obrador) bajar el costo a los combustibles y reducción al IVA en la frontera. «Ahora resulta que los que aumentaron el precio de las gasolinas están pidiendo que baje», les reviró el tabasqueño.

A saber, la bancada panista votó en julio de 2014 por la Ley de hidrocarburos, la cual estableció la liberación de los costos de la gasolina, sin embargo, fue hasta el 1 de enero de 2017 cuando los precios pasaron de 15.99 pesos (Magna) y 17.79 la Premium a más de 20 pesos, en algunas regiones, ergo su protesta llegó cuatro años más tarde y frente al presidente equivocado.

Por si fuera poco, desde una curul en el Senado, el exgobernador y gran impulsor de su propia candidatura —hasta que Ricardo Anaya lo convenció de lo contrario (se cuenta)—, Rafael Moreno Valle, le «rogó» al morenista, Félix Salgado Macedonio, tener respeto por las instituciones.

Las declaraciones del exgobernador poblano serían bien recibidas si el estado que presidió no se hubiese visto empantanado por una elección plagada de irregularidades, confrontaciones y mal uso de las instituciones, bajo el mando de otro panista (Antonio Gali) y —cuentan las malas lenguas— para ayudar a su esposa, ahora gobernadora electa, Martha Érika Alonso. «Muy bien dicho señor senador, respeto a las instituciones, no corromper a las instituciones con dinero para favorecer una elección en Puebla», fue la respuesta de Macedonio.

Ya entrados en gastos, los diputados panistas volvieron a sacar las pancartas y exhibieron los números de asesinatos en los primeros días de los tres últimos sexenios: 208 Calderón; 363 AMLO; 2?? EPN (elegible por la imagen). Lo malo, las cifras; lo peor, que en tres pancartas suman 12 años y contando de no hacer nada; lo ridículo, sus sonrisas mientras cargan a miles de muertos entre las manos.

Todo parece indicar que doce años en el poder y una estruendosa derrota en las pasadas elecciones, hicieron al blanquiazul desgastar sus mejores argumentos e incurrir en la pérdida selectiva de la memoria, bajo una sola consigna, cuestionar todo, aunque venga de nosotros, aunque nosotros lo «haigamos» hecho (diría Calderón, a pesar de que ya no es panista) y aunque nosotros mismos no sigamos nuestras recomendaciones.

Resulta no solo lamentable, sino (hasta) preocupante que se use a los muertos de México como parte de la estrategia de la oposición, cuando la «guerra» que desató el alza a los homicidios inició dentro de sus filas y suma ya más de 12 años cobrando vidas a diario; por si fuera poco, que durante sus administraciones poco (o nada) hicieron para poner un freno al desastre.

Insultante (tal vez) que pretendan olvidar su postura ante los temas que marcaron el sexenio anterior y pretender alzar la voz crítica (ahora sí) contra quien no solo los derrotó, sino que los humilló y exhibió las fracturas que propiciaron la debacle. Pero aún más indignante, que uno de sus senadores pretenda dar cátedra de respeto institucional, cuando lo que hizo (se presume) fue imponer a su esposa en el gobierno de Puebla, a cambio de una curul en el Senado y la promesa de allanar el camino para Ricardo —ahora desaparecido— Anaya.

Siempre útil la crítica y la oposición, más cuando el partido en el poder controla el Ejecutivo y las dos cámaras del Congreso de la Unión, no hay un momento más adecuado para generar controversia y evidenciar las carencias y falacias de un «nuevo régimen», aunque seguimos preguntándonos: ¿dónde estuvieron los últimos 79 años?

Por: Ernesto jiménez

HOY NOVEDADES/LIBRE OPINIÓN